Es bendito aquel instante que eternizas si te miro
tus felinos ojos negros de feminidad bordados
que pintando mi silueta en tus pupilas el respiro
se impacienta conmovido en mi latir... acelerado...
De este corazón esclavo de tenerte aquí conmigo
y esta sed que de tus labios tu saliva ha acostumbrado,
de este amarte sin medida, sin razón y sin motivo,
de este ser feliz constante... de este desamor pasado.
Inefable aquel momento que bendices si me miras
y divides sin esfuerzos el después y lo de antes,
me iluminas el presente de recuerdos que se anidan
en rincones de mi pecho... para cuando estés distante...
y soñar.
Son pequeños en tus ojos el espacio como el tiempo,
el invierno, los caminos, madrugadas, lunas, mares,
letras, cartas, los rincones, tintas, versos, besos, verbos,
vinos, cenas, cuartos, flores... y es eterno contemplarte.
¡Qué te puedo decir vida si eres tanto y no comprendo
todo aquello que me causas, me provocas y me inspiras!
¡Cómo puedo yo al mirarte reflejar mi ser por dentro
y que logres entenderme lo que hablando no te diga!
BETO AVEIGA
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